Bjorn Lomborg Autor del libro: "El Ambientalista Escéptico" |
A veces, las mejores ideas son las más simples. ¿Y qué puede ser más simple que priorizar?
Nadie puede hacer todo a la misma vez.
En nuestra vida privada, priorizamos todo el tiempo. Cuándo ahorramos, cuando planeamos el día.
Los empresarios tienen que lidiar con demandas contrapuestas; también los políticos.
Pero cuando se trata de cuestiones globales, que son los mayores desafíos que enfrenta el planeta, no priorizamos bien.
El cambiante foco mediático es el que dicta qué merece nuestra atención.
Escuchamos a expertos advertir sobre los problemas del calentamiento global; otros nos hablan sobre el VIH/SIDA o sobre los problemas de los niños que no reciben educación escolar.
En un mundo ideal, tendríamos los recursos y la capacidad necesarios para resolver todos estos problemas de una vez. Lamentablemente, no vivimos en un mundo así.
Como consecuencia, necesitamos hacernos la difícil pregunta: ¿qué hacemos primero?
Mayor resultado por menor precio
Ésta es la simple idea detrás del llamado Consenso de Copenhagen, un proyecto creado en Dinamarca cuyo objetivo es priorizar la agenda de los líderes del mundo.
Les pedimos a los principales expertos mundiales que nos brindaran información sobre la escala y amenaza que representan problemas como el cambio climático, las enfermedades contagiosas, los conflictos armados y la falta de educación.
Luego les preguntamos: ¿cuál es la mejor manera de resolver cada problema?
Cada uno de los expertos dio lo que consideraba era la mejor solución para su tema determinado, identificó los costos y señaló los beneficios de la solución.
Los expertos nos informaron, por ejemplo, sobre el costo de proveer mosquiteros para proteger a la gente contra la malaria y los excepcionales beneficios que traería.
También nos mostraron la mejor forma para asegurar que todos tuvieran acceso a agua potable.
Pero no es suficiente hablar con los expertos.
Si uno le pregunta a un climatólogo, éste le dirá que el cambio climático es la principal amenaza que enfrenta el mundo.
Si se le pregunta a un experto en malaria, dirá en cambio que es la malaria.
Entonces, en el proyecto del Consenso de Copenhagen les pedimos a los principales economistas del mundo que escucharan todos estos argumentos, comparasen las diferentes "soluciones" -cada una de las cuales le haría algún bien al mundo-, evaluaran los costos y los beneficios, y luego armaran su propia lista de prioridades que generara los mayores resultados por el menor precio posible.
Romper el círculo
Nuestro grupo, que incluía ganadores del Premio Nóbel, puso al tope de su lista de prioridades la lucha contra el VIH/SIDA.
Un programa exhaustivo costaría US$14.000 millones, pero su potencial beneficio sería enorme.
Para el 2010 solamente, el programa habría evitado más de 28 millones de nuevos casos de VIH/SIDA, lo cual lo convierte en la mejor inversión que podría realizar el mundo.
Por cada US$1,9 invertidos se generaría un beneficio de US$76; es decir, los beneficios superarían a los costos por 40 a 1.
Últimos en la lista figuraban los métodos vigentes para combatir el cambio climático, como el Protocolo de Kyoto, que cuestan más que el bien que son capaces de generar.
Enormes problemas en espacios chicos
El Protocolo de Kyoto costaría US$152 millones al año por el resto del siglo, pero sólo lograría posponer el calentamiento global por seis años en el 2100.
Por cada US$1,9 invertidos en Kyoto, sólo se generarían US$3,8 centavos de beneficios.
La principal amenaza medioambiental que enfrenta el mundo hoy es la contaminación del aire en espacios interiores.
Según Naciones Unidas, cada año mueren 2,8 millones de personas por esta causa, un número similar a las muertes causadas por el VIH/SIDA.
La contaminación del aire en espacios interiores se da en viviendas pobres, donde la gente cocina y se calienta quemando cartones y estiércol.
La solución no pasa por una cuestión de medioambiente (regular el estiércol), sino por un tema económico: que todos tengan suficiente dinero para comprar querosén.
De la misma manera, los huracanes causan miles de muertes en Haití y Honduras, pero pocas en Florida, porque los haitianos son pobres y no pueden protegerse.
Romper el círculo de la pobreza atacando temas como las enfermedades, el hambre y la contaminación del agua no sólo le hará un bien al mundo, sino que ayudará a que la gente sea menos vulnerable al cambio climático.
El hecho de que no se hable de prioridades no significa que la necesidad de priorizar haya desaparecido.
Al no hacerlo sólo se logra que las opciones sean menos claras, democráticas y eficientes.
Mucho mejor es adoptar la siguiente máxima: En vez de cuestionar el hecho de priorizar, deberíamos preguntarnos qué debemos hacer primero.
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