Libre comercio: ¿para cuándo? | |||||||
Finalmente todo parece estar listo para que las grandes potencias mundiales pongan nuevamente sobre la mesa las negociaciones de la Ronda de Doha, cuyo objetivo es liberar el comercio mundial. Los ministros de Australia, Brasil, India, Estados Unidos, Japón y la Unión Europea, que conforman el grupo de presión G-6 de economías industrializadas y emergentes, se comprometieron la semana pasada en Nueva Delhi, la capital de India, a concluir las negociaciones globales sobre el libre comercio a finales de 2007. El compromiso supone una intensificación en los intentos de reducir las fricciones en temas claves como la agricultura, los subsidios y las protecciones arancelarias. Éste es el segundo paso importante en lo que va del año, en un intento por retomar las negociaciones para liberar el comercio global, tras un primer espaldarazo, en enero, al cierre del Foro Económico Mundial en Davos, Suiza. Las conversaciones habían quedado estancadas oficialmente desde julio pasado, por la falta de avances entre los principales negociadores, que son las mismas naciones que ahora en Nueva Delhi se comprometieron a negociar. Grandes diferencias, poco tiempo Tomando en consideración la complejidad de los temas que se debaten y los conflictos de interés, los 150 miembros de la Organización Mundial del Comercio (OMC) se han organizado en diferentes grupos de presión, como G20, G33, G4 y G6.
El G4, por ejemplo, tiene los mismos miembros que el G6, menos Australia e India. Pero, básicamente, las diferencias se centran en que los países pobres y los emergentes piden a los países más ricos que pongan fin a las subvenciones que pagan a sus agricultores y una reducción en los aranceles, mientras que las naciones más desarrolladas exigen a las menos desarrolladas que abran sus mercados a sus productos industrializados. Si bien durante la reunión de Nueva Delhi los ministros reconocieron en un comunicado que todavía no se ha logrado ningún progreso sustancial, dejaron ver que existe consenso para negociar y que el G6 es consciente de la falta de tiempo para poner en marcha en los próximos meses el libre comercio a nivel mundial. La ronda de Doha estaba prevista para concluir a finales de 2006, pero el estancamiento de las negociaciones en julio pasado retrasó la puesta en marcha del libre comercio mundial. En estos momentos, uno de los obstáculos que se divisa en el horizonte y por el cual sería preciso poner en marcha las negociaciones con prontitud, es que el 1 de julio próximo expira la Autoridad de Promoción Comercial (TPA, por su sigla en inglés, o "fast track"), que es la licencia que tiene el gobierno del presidente estadounidense, George Bush, para concluir tratados comerciales con el resto del mundo. El "fast track" en la mira El TPA es importante porque la no renovación del TPA le propiciaría un fuerte golpe a las negociaciones de la Ronda de Doha, ya que el "fast track" impide al Congreso estadounidense modificar los tratados. Sólo puede aprobarlos o rechazarlos en su conjunto.
Sin la renovación -la que se hace aún más difícil en un Congreso de mayoría demócrata- y en la práctica, el gobierno de Bush no podría negociar "por sí mismo" acuerdos comerciales con otras naciones y con la Organización Mundial del Comercio (OMC). En pocas palabras, sin el TPA, el poder de Washington para negociar disminuye, justo en momentos en que en la Ronda de Doha se necesitan acuerdos en los temas de reducción de aranceles y subsidios agrícolas, para que finalmente entre en vigencia el libre comercio mundial. ¿Qué se puede esperar? No cabe duda de que estos nuevos compromisos llegan en buen momento y son un paso importante hacia la meta de concretar el libre comercio mundial. La voluntad de avanzar se materializa en una carta que enviaron las grandes naciones industrializadas al director general de la Organización Mundial del Comercio (OMC), Pascal Lamy, en la que expresan que todos sus equipos negociadores intensificarán su trabajo para limar las "diferencias" y que se celebrarán nuevas reuniones, a mediados de mayo, para monitorear los objetivos. Sin embargo, aunque el optimismo reina en el ambiente y hay voluntad de negociar, lo que está claro es que, hasta el momento, no se han realizado concesiones "concretas" en materia de subsidios, aranceles o penetración de mercados, que permitan una reducción "real" de las asperezas. Y que el libre comercio mundial dejará de ser un sueño para convertirse en realidad sólo el día en que todas las partes involucradas estén realmente dispuestas a ceder y dejen de lado sus diferencias.
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RODRIGO GONZALEZ FERNANDEZ
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