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miércoles, junio 06, 2007

Secretaria Rice habla ante la Asamblea General de la OEA

Secretaria Rice habla ante la Asamblea General de la OEA

(Energía es el punto central de la Asamblea General de este año)

"Nuestra Carta Democrática Interamericana establece que la democracia es
esencial para el desarrollo social, político y económico de los pueblos de
las Américas. Es el deber de todo gobierno en este hemisferio hacer
realidad las altas esperanzas de sus ciudadanos", dijo la secretaria de
Estado de Estados Unidos, Condoleezza Rice, en el discurso que pronunció el
4 de junio ante la Asamblea General de la OEA en la Ciudad de Panamá.

A continuación una traducción de las palabras de la secretaria:

(comienza el texto)

Discurso de la secretaria de Estado Condoleezza Rice
Asamblea General de la OEA
Ciudad de Panamá, Panamá
4 de Junio de 2007

Muchas gracias. En primer lugar me gustaría agradecer al gobierno y al
pueblo de Panamá por la amable hospitalidad que muestran al ser anfitriones
de la Asamblea General de la OEA de este año. Será un placer ver más tarde
reunirme con el presidente Torrijos y quiero agradecerle al ministro de
Relaciones Exteriores Samuel Lewis que preside este acto. Deseo agradecer
también  al secretario general Insulza. Bajo su liderazgo, la OEA ha
crecido para convertirse en un aliado más fuerte y de más principios con
los ciudadanos de nuestro hemisferio que mantienen la fe en los principios
de la democracia y quieren recibir  los beneficios de la democracia, la
prosperidad, la seguridad personal y la justicia social.

Colegas ministros, señoras y señores, nuestra Carta Democrática
Interamericana establece que la democracia es esencial para el desarrollo
social, político y económico de los pueblos de las Américas. Es el deber de
todo gobierno en este hemisferio hacer realidad las altas esperanzas de sus
ciudadanos, y lo que el presidente Bush ha llamado la revolución de las
expectativas en las Américas de hoy. Nuestros pueblos están impaciente por
una vida mejor y nosotros debemos estar impacientes también.

Toda democracia debe gobernar democráticamente, respetando y protegiendo
los derechos humanos y las libertades fundamentales de todos los
ciudadanos. Toda democracia debe asegurar que su pueblo tenga igualdad de
oportunidades para prosperar por medio del libre mercado y el libre
comercio. Y toda democracia debe abrir las puertas a la justicia social
para sus ciudadanos, con un gobierno justo, que luche contra la corrupción,
reforme su economía e invierta en su pueblo, en su educación, su salud y su
vivienda. Debemos actuar en todas estas áreas para asegurar el éxito a
largo plazo de la democracia en las Américas. Uno de los desafíos más
acuciantes a los que nos enfrentamos ahora, y que afecta el desarrollo
económico de todos los países en este hemisferio, es desde luego la
energía. Me complace ver que la OEA ha tomado la energía como punto central
de la Asamblea General de este año y deseo escuchar lo que ustedes piensan
sobre el modo en que juntos podemos tratar este desafío común.

Hemos empezado bien. La declaración de Panamá redactada aquí demuestra que
la energía es una parte vital de la agenda de nuestro hemisferio y que
trabajaremos juntos para abordar los desafíos de la seguridad energética,
el cambio climático, el cuidado compartido del medioambiente y el
desarrollo sostenible. Estos cuatro desafíos son indivisibles y debemos
abordarlos juntos.

Estados Unidos, bajo la administración Bush, ayuda a liderar en materia de
energía. Reconocemos el problema. En palabras del presidente, se trata de
nuestra adicción al petróleo y vamos a hacer algo al respecto. Trabajamos
para alcanzar la meta del presidente de recortar el uso de la gasolina en
un 20 por ciento en diez años por medio de una mayor eficiencia automotriz
y un mejor uso de combustibles alternativos.

Durante los últimos seis años, con el pleno apoyo del Congreso, hemos
proporcionado más de 12.000 millones de dólares para la investigación de
fuentes alternativas de energía. La semana pasada el presidente Bush
anunció una estrategia a largo plazo para tratar el problema del cambio
climático, solicitó a los 15 países más relevantes en la materia que
trabajen juntos para reducir las emisiones de gases de efecto de
invernadero. Esta declaración reconoce que los biocombustibles serán
críticos para la diversificación del uso de la energía en nuestro
hemisferio. Estamos completamente de acuerdo en esto, y es por ello que
Estados Unidos y Brasil concluyeron recientemente un acuerdo bilateral sin
precedentes sobre biocombustibles. Nuestros dos países transforman ahora el
modo en que trabajamos juntos, profundizando la investigación y la
inversión, ayudando a los países en desarrollo en nuestro hemisferio para
que puedan suministrarse energía a sí mismos y a otros, y adquieran
capacidad para alimentar su propio crecimiento.

En pocas palabras, nuestro propósito es promover la democratización de la
energía en las Américas, aumentando el número de proveedores de energía,
ampliando el mercado y reduciendo las interrupciones del suministro. Hemos
iniciado esta labor con El Salvador, la República Dominicana, Haití y San
Cristóbal. Y nos interesa ampliar nuestra cooperación en asuntos de energía
con más países, y sobre todo con la OEA. Nuestro objetivo debería ser nada
menos que anunciar una nueva era de seguridad interamericana en materia de
energía.

La solución del desafío energético fortalecerá sin duda el vínculo entre la
democracia y el desarrollo en las Américas y contribuirá al éxito de la
democracia a largo plazo. No obstante, debemos recordar siempre que nuestra
fuente de energía más importante como democracias no es el petróleo ni el
gas natural, el viento ni el agua, los biocombustibles ni los combustibles
fósiles, sino el talento y la creatividad de nuestros con apoyo y fomento
de la democracia y los derechos humanos que la OEA representa y defiende.
Este es el propósito y el significado de nuestra carta democrática.

La libertad de expresión, la libertad de asociación y la libertad de
conciencia no son espinas clavadas en el gobierno. Al contrario,
constituyen el inicio de la justicia en cualquier sociedad. El debate
público de las ideas, sin restricciones, es la principal garantía del
estado de derecho y la protección más segura contra los caprichos de los
gobernantes. Estar en desacuerdo con el gobierno no es poco patriótico y
desde luego no debería considerarse un delito en ningún país, especialmente
en una democracia. El diálogo abierto y el debate no son sólo principios
fundamentales de la democracia, sino necesidades prácticas para una buena
toma de decisiones, para la fiscalización transparente y la aplicación
eficaz de las políticas. Esta es la única forma en que los gobiernos
democráticos pueden esperar hacer realidad para sus pueblos el desarrollo
económico y la justicia social.

Es importante tener en cuenta todo esto al considerar los acontecimientos
recientes en Venezuela. Muchos ciudadanos venezolanos han alzado sus voces
de protesta pacífica contra el cierre de [la cadena de televisión] RCTV por
parte de su gobierno. Muchas organizaciones e instituciones internacionales
han sumados sus voces a esta causa de preocupación y yo felicito al
secretario general Insulza por haberlo hecho también.

El Senado de Estados Unidos ha instado a la OEA a que se ocupe de la
cuestión. El presidente Bush y yo estamos de acuerdo. En consonancia con el
artículo 18 de la Carta Democrática, apelamos al secretario general a que
visite Venezuela y realice consultas de buena voluntad con todas las partes
interesadas y presente, posteriormente, un informe completo a los ministros
de Relaciones Exteriores por medio del Consejo Permanente.

Nosotros, como miembros de la OEA, debemos defender la libertad en nuestro
hemisferio donde quiera que se encuentre bajo asedio, y debemos apoyar la
libertad siempre y donde sea negada. Con respecto a eso, en Cuba ocurre un
proceso de cambio y la OEA tiene que estar lista para ayudar al pueblo
cubano a hacer realidad sus aspiraciones y libertades y asegurar los
derechos que se disfrutan actualmente en nuestra comunidad democrática de
las Américas. Ningún otro país del hemisferio, inclusive los Estados Unidos
de América, debe, puede determinar ni determinará el futuro político y
económico de Cuba. Esa decisión les corresponde a los cubanos en Cuba. Pero
es nuestra responsabilidad en nuestra condición de democracias americanas,
ayudar al pueblo cubano a trazar el rumbo que haya elegido libremente.

La demanda de libertad y democracia ha transformado a este hemisferio en
tan sólo unas breves décadas. Hoy, podemos oír las voces de nuestros
pueblos con más claridad que nunca. Sus expectativas son altas y su
paciencia no es infinita. Quieren buenos gobiernos y oportunidades
económicas. Quieren mejores escuelas y mejores hospitales. Quieren que se
protejan sus derechos y que sus vecindarios sean seguros. Quieren justicia
social y buenos empleos. Y quieren horizontes sin límites para sus hijos.

Debemos escuchar las voces de nuestros pueblos. Son voces de dignidad y de
aspiraciones loables que transcienden todas las fronteras y culturas de
este hemisferio diverso. Debemos respetar y escuchar esas voces, ya que
personifican no sólo nuestra humanidad común, sino también nuestro futuro
compartido.

Muchas gracias.

Texto eningles ( http://www.state.gov/secretary/rm/2007/06/85968.htm ).

(termina el texto)

(Distribuido por la Oficina de Programas de Información Internacional del
Departamento de Estado de Estados Unidos. Sitio en la Web:
http://usinfo.state.gov/esp)
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