Se fue del país cuando tenía once años, es hija de militar y hoy es gerenta general de MTV Tr3s. A pesar de su vida norteamericana no olvida sus raíces. Cuando recién llegó a Estados Unidos le rayaron la casa con insultos por ser latina. Hoy está ranqueada en el puesto 16 según la revista "Hollywood Reporter", como miembro del selecto grupo de hispanos más poderosos del entretenimiento. "Una de las cosas de las que estoy más orgullosa es que llegué donde estoy no por pituto ni por las personas que conozco. Eso es muy importante porque a veces emplean a gente que no tiene las calificaciones. A mí me contrataron y promovieron porque tenía las cualidades y punto. No porque los conocía ni nada de eso", dice. | | | POR NATALIA NÚÑEZ
La actual gerenta general de MTV Tr3s, el canal de cable que ha revolucionado la pantalla norteamericana, es chilena. Se llama Lucía Ballas Traynor, tiene 42 años, y a los 11 se fue a vivir a Estados Unidos porque a su padre, el militar Renán Ballas, lo habían nombrado cónsul en Nueva York. Al principio, a Lucía la discriminaban por ser una inmigrante que "ensuciaba" el exclusivo barrio de Larchmont. "Era un lugar donde vivía gente de dinero y blanquitos, todos bien gringuitos. Yo era de las pocas latinas que vivían ahí", recuerda mientras se embarca en un avión para viajar a Dallas.
En comparación con su niñez, la vida le cambió en ciento ochenta grados. Hoy Lucía está convertida en una mujer de negocios que se codea con artistas, que cierra millonarios acuerdos y que fue elegida dentro de los cincuenta latinos más influyentes de Hollywood según "The Hollywood Reporter", ranqueada en el lugar 16. Lucía comenta: "Supe del premio porque un colega me mandó un correo felicitándome. Lo encuentro fantástico porque hace años que empecé y he trabajado muy duro. Escuché tantas historias de inmigrantes que se sienten como me sentía, viendo una TV que no los reflejaba, o sabiendo que los rechazaban como latinos, que esto es alentador".
Como pasó su infancia en Chile, tiene varios recuerdos de cuando era niña y vivía en un barrio militar. "Mi casa estaba cerca de una rotonda. La de mis abuelos estaba en Las Condes y cuando éramos chicos íbamos a ver a unos primos en Linares a un fundo donde andábamos a caballo. Era una vida muy diferente a la santiaguina. A mi papá lo trasladaban mucho, por eso nos tocó vivir en Punta Arenas también. Cada vez que volvemos a Chile pasamos cuatro días en Santiago y luego vamos a otro lugar. El año pasado tomamos un crucero en el Skorpios y este año queremos ir a Arica, el año antepasado estuvimos en Puerto Montt en una cabaña. Hago esto porque quiero que mis dos hijos, aunque son bien gringuitos, sepan de dónde vengo y cuáles son mis raíces".
Sus hijos son Carolina (12) y Michael (9). 'Son muy diferentes. Ella es parecida a mí, menos racional, más emocional, un poco más dramática. Habla y escribe español e inglés. Es rubiecita con los ojos azules, pero le encanta cantar y ahora está tomando clases de hip hop y jazz. Michael es sordo, pero habla bien. En cuanto supe de su enfermedad me puse a averiguar todas las cosas que podíamos hacer para ayudarlo. Hoy usa un implante cloquear que se lo pusieron en una operación cuando tenía dos años. Aunque eso no es lo único que lo define, sí determinó gran parte de lo que es. Salió parecido a mi esposo porque es más relajado'.
Lucía conoció a Michael, su marido por veinte años, en un bar. 'Era amigo de un amigo. Lo vi y dije: 'Ése es el hombre que quiero' y fue una conquista. Es muy americano. Culturalmente somos muy diferentes: yo soy súper apasionada y muy vocal, hablo fuerte. Él es callado, reservado, incluso demasiado. Estudió finanzas. La otra vez mi padre me dijo: 'Lucía, no sé si con un latino hubiese resultado la cosa'. Lo dijo porque, por ejemplo, ayer tuve que viajar y él se quedó con los niños. Ve a su esposa en los niveles que está, y no sólo no tiene problemas con eso sino que me apoya'.
Lucía se casó en Chile y le propusieron matrimonio en el lago Rapel. 'Tuvimos un 'double wedding' con mi hermana Valeria y su marido Kurt, quienes hoy viven en Sudáfrica. Nos casamos en la Casona de Las Condes y el matrimonio y fotos salieron publicadas en el diario. Fue el 5 de septiembre de 1987. Para nosotras hacer este matrimonio en Chile fue simbólico de la importancia del país en nuestras vidas".
"Quería ser la presidenta de Chile"
Lucía es también nieta de militares y sobrina del recientemente fallecido diputado Adolfo Ballas. Pasó tiempos duros en los años '70, cuando su padre fue expulsado de las Fuerzas Armadas y luego de Chile. "Nosotros quedamos en la calle y nos tuvimos que ir a vivir con mis abuelos. Lo único que me acuerdo de chica fue cuando una vez trataron de entrar a la casa y tuve la sensación de que querían matarnos... no sé... te juro que tengo esa memoria. Después de eso mi papá entró como diplomático y nos vinimos a vivir a Estados Unidos"
La vida de Lucía siempre ha estado vinculada a la política y al servicio público. De hecho, entró a estudiar Ciencias Políticas en la Universidad de Nueva York porque "quería ser presidenta de Chile. Y después, con todo lo que vi a mi familia sufrir por la política, me di cuenta de que más dividía que juntaba a nuestras familias. Me dije '¿sabes?, esto no es para mí'. Al principio, pensé en seguir una carrera diplomática, pero después, a medida que fui hablando con mujeres que estaban en eso, me di cuenta de que también era muy difícil. Entonces, mientras decidía qué hacer con mi vida, me metí como secretaria en Univisión en el departamento de marketing y comunicaciones".
Es decir, Lucía partió desde abajo: contestando teléfonos, recibiendo recados, llenando papeletas y formularios de empresa y archivando documentos. "En Estados Unidos es muy común empezar de cero, no importa de dónde vienes, ni cuáles son tus estudios. Acá la mayoría de las secretarias que tenemos, poseen estudios de college y empiezan como secretaria y luego van a otras posiciones. Eso para mí es lo mejor en términos de aprendizaje, porque empiezas de la nada y te das cuenta de a poco de lo que es el management, cómo tratar a otras personas. Yo, con cada posición, aprendí. Es así como ahora, que estoy en el peak de mi carrera, sé cómo tratar a una secretaria. Una de las cosas de las que estoy más orgullosa es que llegué donde estoy no por el pituto ni por las personas a las que conozco. Eso es muy importante, porque a veces emplean a gente que no tiene las calificaciones. A mí me contrataron y me promovieron porque tenía las cualidades y punto. No porque conocía a los jefes ni nada de eso", enfatiza.
¿Cómo podría cambiar eso en Chile?
Parte de ese problema es cultural, pero te digo algo, yo por mi trabajo siempre conozco a artistas y tengo acceso a las producciones y nunca uso mi poder. El otro día fuimos con mi madre a una de las producciones por primera vez y me dijo "Lucía, a veces te pasas para el otro lado de lo correcta que eres" y le dije que desgraciadamente a veces se cree que los latinos usan los pitutos, entonces siempre trato de irme para el otro lado, para comprobar que no es así. En ocasiones, fríamente, hay que decidir quién es la persona más idónea para la empresa y no actuar en plan: "Tengo una amiga o familiar y debo crearle un puesto". Hay que verlo seriamente y para la mujer no siempre es fácil porque al ser así dicen que eres un "cold fish", alguien muy frío.
"La vida americana no es fácil"
Una vez que Lucía pagó su noviciado como secretaria mientras vivía en un departamento de Brooklyn que tenía la pintura descascarada y que hacía llorar a su mamá cada vez que la visitaba, la ascendieron a coordinadora de publicidad. Tomó cursos de marketing y la promovieron a directora de esa área. Siguió escalando cargos y se cambió a ventas publicitarias de la revista "Más magazine". Y después tuvo su gran oportunidad en 1999, cuando la nombraron gerente general del canal Galavisión. "Cada vez que vienen mis padres me dicen: 'Lucía, tú te sacas la mugre'. Y la vida americana no es fácil, pero lo bueno que tiene es que presenta muchas oportunidades y todo depende de cómo las tomas. Para mí fue muy importante el rol de mis padres y el de mi madre en particular, porque ella desde un principio me alentó. Eso es muy importante porque muchas veces los padres de inmigrantes, sobre todo los más tradicionales, no les inculcan eso a sus hijas, porque ven a las mujeres diferente a los hombres. Siempre he dicho que los hombres en posiciones altas, sin importar su nacionalidad, tratan a las mujeres distinto. Nunca olvidaré cuando un jefe me dijo: 'Ay. Lucía, no te pongas histérica'. Eso no se le diría a un hombre".
¿Nunca te sentiste discriminada?
Sí, cuando recién vivíamos en este país, yo era una de las pocas latinas. No dicen que eres chilena, puertorriqueña o cubana. No. Para ellos eres latina. Y por supuesto hubo casos de discriminación, incluso a veces tuvimos que llamar a la policía porque escribieron spic en la casa, que es una manera despectiva de llamar a los latinos. Yo era diferente, o sea, me vestía diferente, cuando iba a mi casa comía cosas raras, ponte tú, las guatitas y la lengua. Además tenía acento porque no hablaba nada de inglés, o sea, hablaba el que me enseñaron en el colegio y ahí me di cuenta de que no me servía. Entre el acento, el look, todo, era una niña muy diferente a las otras. Y no importaba que fuera hija de diplomático.
¿Cómo ves a los latinos hoy?
La población latina en los Estados Unidos alcanza los 40 millones, es decir, es más grande que Chile y la mayoría de los países latinoamericanos. Tiene un poder adquisitivo que llegará a un trillón de dólares en cinco años más. Mientras que antes la inmigración hacía aumentar la población, ahora lo que promueve el crecimiento son los hijos de inmigrantes que nacen acá. En ese sentido, mi canal (MTV Tr3s) representa y les da una voz por primera vez al segmento de jóvenes americanoslatinos que, como yo, crearon una cultura que consiste en la mezcla de lo mejor de ambos mundos.
Una de las cosas que Lucía conserva de Chile es la cocina: cada vez que hacen una "barbecue" (parrillada) en su casa, ella pone sobre la mesa una ensalada chilena. "Vuelvo a Chile casi todos los años. A mí la comida me encanta y siempre aquí trato de que, aunque no sea comida ciento por ciento chilena, tenga ingredientes chilenos. También voy a Tarrytown, a 20 minutos de mi casa, a buscar un brazo de reina. Y mi marido pasa a veces a comprar empanadas. Siempre la comida es una parte importante en mi vida. Lo otro son los valores y la familia. Mis padres me dicen que estoy muy gringa para mis cosas, así es que me recuerdan que los valores chilenos son diferentes a los norteamericanos. "¡Estás cada vez más gringa! ¿Por qué no puedes ser más chilena?", dice mi mamá. No entiende que para los hijos de inmigrantes el mundo es diferente: tengo costumbres de ambos países que son parte de mi ADN". ya
Natalia Núñez MÁS INFORMACION PINCHA AQUÍ ttp://diario.elmercurio.com/2007/08/07/ya/reportaje/noticias/DE5D6C2F-1601-472D-A788-44520D815774.htm?id={DE5D6C2F-1601-472D-A788-44520D815774} |
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