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lunes, junio 16, 2008

Lo estatal, lo público, lo privado y lo privativo

Lo estatal, lo público, lo privado y lo privativo

Mientras lo estatal deja de ser público, el nuevo patrimonio público no es estatal, ni puede serlo. La ecuación estatal= público, se ha roto en ambos sentidos. Aparece además lo privativo. La defensa de lo público seguramente requerirá de la relativización de lo estatal. Liberales, conservadores e izquierdistas no pueden sino estar perdidos. Estas no son sus viejas categorías.

Sigo dándole vueltas a la lógica de la diversidad y los nuevos ejes ideológicos que ya trataran Lobo y Enrique. Y me gustaría apuntar tan sólo unas notas a raiz de una conversación que he tenido esta mañana, en Toledo, con Iñigo Medina. Unos ejes que acaban mezclando la escuela, el software libre, la llamada piratería y otras cosas…

  1. Lo estatal deja de ser público, por ejemplo, la escuela
    Contaba Iñigo que había quedado asombrado en una reunión familiar de que todos sus primos, como nosotros criados en colegios públicos, todos con un basamento educativo de ideas supuestamente avanzadas, osea los valores éticos que nos inculcaron nuestros padres, los de la generación de centro izquierda de los 70… todos, llevaban a sus hijos a colegios privados. Concertados sí, pero privados, de esos que cuestan unos 250 euros al mes, lo cual no es un esfuerzo económico pequeño, sobre todo si se tienen un par de hijos. Esto no lo digo por nada sino porque cuando uno decide gastarse 500 euros al mes durante años es porque realmente tiene claro que es lo mejor que puede hacer por sus hijos.

    ¿Por qué piensan así? Pues porque tienen un concepto asistencial de la escuela pública: en esa perspectiva cada cual lleva y paga lo mejor que encuentra y puede pagar para sus hijos. Y el que no puede nada tiene asegurada la escuela pública.

    No son los únicos. Al menos en Madrid es una concepción cada vez más extendida que durante los últimos años ha ido permeando la conciencia de las clases medias. Y es que es uno de esos planteamientos que dan lugar a una profecía autocumplida. Si todos los que pueden pagar, aún en distintas medidas, pagan, al final la escuela pública acaba siendo para quien no puede pagar. Un mínimo asistencial y probablemente insuficiente, no un lugar de formación de ciudadanía, sino un producto de la atomización y un agente de la descomposición social. Por eso la subvención a las escuelas privadas, el cheque escolar y otras medidas… llevan necesariamente a la pérdida de las bases que hacen que realmente podamos formar una comunidad sobre la que construir la convivencia. Las "concertadas" privatizan el uso del dinero público y destruyen la igualdad de oportunidades de partida que es la base, además, de la existencia de la comunidad política y del propio estado democrático que se sostiene sobre ella.

    Por eso no deja de parecerme sorprendente que la derecha nacionalista española empuje a su desaparición. Si de verdad creen en el discurso españolista deberían querer más escuela pública, no menos. Las "concertadas" son el dinero del estado pero sin el estado. Son uno de esos puntos donde el estado deja de ser público y pasa a ser privado.

    Pero no nos engañemos, cada vez hay más

  2. Los nuevos bienes públicos no son estatales, por ejemplo, el software libre
    Con el título queda dicho casi todo. Conforme el conocimiento y las herramientas tecnológicas se hacen más importantes y valiosas para todo, nos damos cuenta del increible potencial que ofrecen las creaciones intelectuales de dominio público y en concreto el software libre.

    Potencial de desarrollo y también de soberanía e independencia a todos los niveles: personal, colectivo, empresarial y nacional.

    Nos queda reclamar al estado que use herramientas públicas -que además son en su mayoría gratuítas- que invierta en el procomún universal que representa por ejemplo GNU-Linux… pero el caso es que el estado hace tiempo renunció a lo público también en este aspecto y apostó por el sistema de licencias, es decir, porque el dinero de todos sirviera no para usos e innovación universales sino particulares. Básicamente de Microsoft y media docena de empresas que siguen en esa lógica.

    Es decir, la triste verdad a la que nos enfrentamos es a que el estado renuncia no ya a desarrollar lo público sino incluso a utilizarlo.

  3. La hipocresía de lo privativo debilita a lo público y mina las bases de la convivencia, por ejemplo, la mal llamada piratería

    Iñigo comentaba que su padre defendía usar el software privativo y de hecho lo usaba. Y que, asumiendo la metáfora por la que la ley llama propiedad al derecho legal sobre el uso de las creaciones intelectuales, no utilizaba software crackeado, no compraba CDs o DVDs pirata ni los bajaba de redes P2P. Es un hombre con los valores de la vieja generación. Para bien (respeta la ley y lo que ha sido establecido por ella como propiedad) y para mal (no opta por el software libre).

    Pero ¿y nuestra generación? Pues Iñigo se asombraba una vez más de los primos y aledaños. Todos defensores de Windows, del Photoshop, de todos los programas privativos que el el mundo son, serán y han sido… y cuyas licencias nunca se les ocurrió pagar. ¿Para qué si podían tener copias? Poco les importaba que estas copias no fueran legales, cuando, y esto es lo que asombraba a nuestro compañero, nunca hubieran actuado así con bienes materiales privados, comprando por ejemplo ropa o electrodomésticos robados.

    Porque una cosa es que pensemos que hay que cambiar la ley y otra que mientras tanto estemos exonerados de cumplirla… y si nos permitirmos hacerlo o apoyarlo es como acto de desobediencia civil, es decir como un acto de protesta que busca y pide la aplicación de la ley como forma de denunciar su carácter y apremiar a su reforma. No hace falta que diga que pienso que la propiedad intelectual no es tal propiedad sino tan sólo un monopolio inutil y a estas alturas incluso contraproducente para lo que se otorgó, fomentar la innovación.

    El caso es que tenemos a una generación que no sólo utiliza software privativo sino que lo utiliza ilegalmente. Y no sólo no se plantea la necesidad de cambiar la ley, es que piensa que la ley es justa. El resultado hipócrita es el peor resultado. Porque… ¿dónde caen los costes?

    Desde luego no en las grandes empresas de software privativo (ni en las multinacionales de la música). Durante mucho tiempo las empresas de software han mantenido una actitud sumamente hipócrita respecto a las copias ilegales hechas por individuos. No se puede decir que las fomentaran, pero las consentían. Para ellas era un negocio redondo. ¿Recordáis como se impuso el Word? Era símplemente el procesador de texto más fácil de copiar y encontrar gratis. Los trabajadores llegaban a las empresas, que en aquella época, empezaban a tirar las últimas máquinas de escribir, acostumbrados a usarlo. Es decir venían con la formación hecha. Las empresas -y Microsoft- ahorraban costes de formación que recaían sobre los usuarios… Microsoft nunca estuvo realmente interesado en el mercado doméstico para Office, sino en el de empresas, y una cierta tolerancia con la copia personal ilegal, era su mejor ariete para imponerse en ellas.

    Es el juego al que juega el entorno de Iñigo ¿Quien paga el coste? El software libre, el bien público, al que si que se le computan los costes de formación a la hora de introducirlo en la empresa.

    Resumiendo: la hipocresía de utilizar copias piratas y consentidas de software, daña al software libre de paso que permite que la gente siga sin cuestionarse el sistema -cada vez más duro- de "propiedad intelectual" mientras ha convertido la ilegalidad en una parte normal y aceptada de sus vidas. Y llamadme exagerado, pero creo que el que dos generaciones enteras vivan en algo tan importante como su consumo cultural (software, música, películas…) al margen de la ley, es una gimnasia social nada recomendable.

    La relativización de la ley, sentir que no va contigo es una parte importante de todo ese proceso en el que lo estatal aparece como privado y se socaban las bases mismas de la convivencia colectiva y de la comunidad política

Llevar a los hijos a la escuela pública, utilizar software libre, hacer del dominio público las propias creaciones, son hoy opciones personales con verdadero significado político. Y hoy en día van en pack. Un pack que no hay manera de asociarlo a las viejas etiquetas.

Cuando iu y PSOE siguen en la lógica de endurecer la Ley de Propiedad Intelectual dudo que lo progresista tenga que ver con los progresistas. Cuando la nacionalista presidenta de la Comunidad de Madrid horada una y otra vez la escuela pública para convertirla en un complemento asistencial, dudo que la defensa de la comunidad política tenga que ver con el nacionalismo.

Y de un modo más amplio, mientras unos y otros discuten sobre lo estatal, a mi me interesa lo público, pero lo público, de estatal, tiene cada vez menos. El estado, cuyas acciones entran y se orientan cada vez más a lo privado, se va convirtiendo en un agente más.

Así, que tras esta nueva vuelta, creo que no, que definitivamente los viejos ejes ideológicos no tienen actualización posible. Los nuevos no se si tienen nombre, pero los tenemos ahí, delante de las narices. Y es sobre ellos sobre los que urge aprender.

Guardado por David de Ugarte en su moleskine
a las 6:22 pm
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Saludos
Rodrigo González Fernández
Diplomado en RSE de la ONU
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