VATICANO - El Papa en el Domingo de Ramos:
"Junto a los jóvenes de todo el mundo vamos al encuentro de Jesús. Dejémonos guiar por Él hacia Dios, para aprender de Dios mismo el recto modo de ser hombres
hagámonos también nosotros con Él y a partir de Él mensajeros de su paz"
Ciudad del Vaticano (Agencia Fides) - El Santo Padre Benedicto XVI presidió en la Plaza de San Pedro la solemne celebración litúrgica del Domingo de Ramos y de la Pasión del Señor, el Domingo 16 de marzo. Después de la bendición de las palmas y de los olivos al pie del obelisco, se llevó a cabo la procesión hacia el "sagrato" de la Basílica, donde el Papa celebró la Santa Misa. En la Eucaristía participaron, con ocasión de la celebración diocesana de la XXIII Jornada Mundial de la Juventud, numerosos jóvenes de Roma y de otras Diócesis de Italia y del mundo.
"Durante su entrada a Jerusalén, la gente rende homenaje a Jesús como hijo de David", recordó el Papa en la homilía, "luego Él llega al templo. Pero allí donde debía hallarse el espacio de encuentro entre Dios y el hombre, Él encuentra comerciantes de bestias y cambistas de moneda que ocupan con sus negocios el lugar de oración
Los mercaderes actuaban en modo correcto según el ordenamiento vigente, pero el ordenamiento mismo estaba corrompido
Contra el orden mal interpretado Jesús, con su gesto profético, defiende el verdadero orden que se encuentra en la Ley y en los Profetas".
El Santo Padre prosiguió: "Todo esto debe hoy hacernos pensar también a nosotros como cristianos: ¿es nuestra fe suficientemente pura y abierta, en modo que a partir de ella también los 'paganos', las personas que hoy están en búsqueda y se hacen preguntas, puedan intuir la luz del único Dios, asociarse en los atrios de la fe a nuestra oración y con sus preguntas llegar a ser quizás también ellos adoradores? ¿La conciencia de que la avidez es idolatría llega también a nuestro corazón y a nuestra práctica de vida? ¿No dejamos quizás entrar en varios modos a los ídolos en el mundo de nuestra fe? ¿Estamos dispuestos a dejarnos purificar siempre de nuevo por el Señor, permitiéndole expulsar de nosotros y de la Iglesia aquello que es contrario a Él?
La purificación del templo es con todo mucho más que una lucha contra los abusos, marca "una nueva hora de la historia", explicó Benedicto XVI. "A los sacrificios cruentos y las ofertas de viandas, se sustituye el cuerpo de Cristo, se sustituye Él mismo. Sólo 'el amor hasta el final', sólo el amor que por los hombres se dona totalmente a Dios, es el verdadero culto, el verdadero sacrificio. Adorar en espíritu y verdad significa adorar en comunión con Aquél que es la verdad; adorar en la comunión con su Cuerpo, en el que el Espíritu Santo nos reúne".
Comentando las palabras de Jesús sobre la purificación del templo, como nos han sido transmitidas por el evangelista Juan - "Destruid este templo y lo haré resurgir en tres días" (Jn 2, 18s) - el Pontífice afirmó: "No es Jesús quien destruye el templo; éste es abandonado a la destrucción por el comportamiento de aquellos que, de lugar de encuentro de todos los pueblos con Dios, lo han transformado en una 'cueva de ladrones', en un lugar de sus negocios. Pero, como siempre desde la caída de Adán, el fracaso de los hombres se convierte en ocasión para un compromiso todavía más grande del amor de Dios hacia nosotros. La hora del templo de piedra, la hora de los sacrificios de animales era superada: el hecho de que ahora el Señor arroje a los mercaderes no sólo impide un abuso, sino que indica la nueva acción de Dios. Se forma el nuevo Templo: Jesucristo mismo, en quien el amor de Dios se inclina hacia los hombres. Él, en su vida, es el Templo nuevo y viviente. Él, que pasó a través de la Cruz y resucitó, es el espacio vivo de espíritu y vida, en el que se realiza la auténtica adoración. Así, la purificación del templo, como cumbre del ingreso solemne de Jesús a Jerusalén, es al mismo tiempo el signo de la cercana ruina del edificio y de la promesa del nuevo Templo; promesa del reino de reconciliación y de amor que, en la comunión con Cristo, es instaurado más allá de toda frontera".
El Papa se detuvo asimismo en otros dos eventos, después de la purificación del templo: la curación de ciegos y tullidos por parte de Jesús y la aclamación de los niños en el templo, así como había ocurrido al ingreso de la ciudad. "Al comercio de animales y a los negocios con dinero Jesús contrapone su bondad sanadora - explicó el Pontífice -. Esa es la verdadera purificación del templo. Él no viene como destructor; no viene con la espada del revolucionario. Viene con el don de la curación. Se dedica a aquellos que a causa de su enfermedad son empujados hasta el extremo de su vida y hasta el margen de la sociedad. Jesús muestra a Dios como Aquél que ama, y a su poder como el poder del amor. Y así nos dice qué formará por siempre parte del auténtico culto de Dios: el sanar, el servir, la bondad que sana. Y están luego los niños que rinden homenaje a Jesús
Para encontrar a Dios es necesario hacerse capaces de ver con el corazón. Debemos aprender a ver con un corazón joven, no obstaculazo por prejuicios ni enceguecido por intereses. Así, en los pequeños que con un corazón libre y abierto lo reconocen, la Iglesia ha visto la imagen de los creyentes de todos los tiempos, su propia imagen".
Concluyendo la homilía, el Santo Padre dirigió esta exhortación a los jóvenes: "Queridos amigos, ahora nos asociamos a la procesión de los jóvenes de entonces - una procesión que atraviesa toda la historia. Junto a los jóvenes de todo el mundo, vamos al encuentro de Jesús. Dejémonos guiar por Él hacia Dios, para aprender de Dios mismo el recto modo de ser hombres. Con Él agradezcamos a Dios, para que con Jesús, el Hijo de David, nos sea donado un espacio de paz y de reconciliación que abraza el mundo. Recémosle, para que también nosotros seamos con Él y desde Él mensajeros de su paz, para que en nosotros y a nuestro alrededor crezca su Reino. Amén." (S.L.) (Agencia Fides 17/3/2008; líneas 62, palabras 1032)
Links:
El texto completo de la homilía del Santo Padre, en italiano
http://www.evangelizatio.org/portale/adgentes/pontefici/pontefice.php?id=1057
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