Posted: 12 Sep 2008 07:19 AM CDT
A rebufo del artículo de Islandia de Luisfer Romero y de mi otro post sobre las kenningar, las construcciones poéticas que tanto había admirado Borges, no me resisto a descubrir el que quizá sea el más completo y divertido libro de viajes sobre Islandia: La isla secreta, de Xavier Moret.
El escritor y periodista Xavier Moret ya nos había sorprendido con otros enjundiosos libros de viajes, como América, América , en la que recorre América por la ruta 66 con su familia, y Europa Express, donde viaja en tren desde Lisboa a Moscú con otros cien escritores. La isla secreta es uno de sus últimos libros, que recibió el prestigioso Premio Grandes Viajeros, convocado por Ediciones B y la compañía Iberia, donde el autor viaja en el verano de 2001 y en el invierno de 2002 a la recóndita Islandia con el firme propósito de encerrarse en la casa del escritor Gunnar Gunnarsson, para terminar una novela (sobre Zanzíbar) y con la esperanza también de contemplar la aurora boreal.
Moret destila una prosa sencilla y directa, sin demasiados lirismos ni complicaciones. La isla secreta, pues, se puede consumir en una sola tarde: una trama casi ausente pero una descripción de su vida cotidiana, plagada de curiosidades, ayuda mucho a no dejar el libro hasta terminarlo. La isla secreta, como guía de viajes, quizá no funcione demasiado bien. Tal vez deberíamos buscar el valor del libro en su capacidad de sumergirnos en una sociedad diferente, casi alienígena (pese a ser occidental), ofreciéndonos una visión interna, desde sus bares, sus calles, sus ciudadanos.
Instalado en Reykiavik y acompañado por su anfitrión islandés, Moret efectúa diversos viajes por la isla con objeto de explorar los lugares más representativos y la particularidad de su naturaleza, al tiempo que nos descubre una capital donde se mezclan los rituales y los arcaísmos más antediluvianos con el over the top de la vanguardia: un lugar donde encontrar tiendas de moda y, a la vez, donde hasta hace poco estaban prohibidos los perros o las bebidas alcoholicas.
Entre otras cosas, Moret nos descubrirá una pirámide llamada Snaefellsjökull; una enorme construcción natural, producto de ominosas fuerzas tectónicas, que era protagonista de Viaje al centro de la Tierra, de Julio Verne:
Desciende por el cráter del Snaefellsjökull cuando la sombra de Scartaris lo acaricie, antes de las calendas de julio, viajero audaz, y llegarás al centro de la Tierra.
Ni siquiera en la capital existe demasiada densidad de población. En todo el país no se computan ni trescientos mil habitantes. En el Libro de los Pobladores, del siglo doce, están consignados los nombres de los cuatrocientos colonos que recalaron en la isla y, a partir de ellos, se puede trazar el árbol genealógico de la mayoría de islandeses contemporáneos. Pues los habitantes de Islandia también son el epítome de la endogamia: no ven con buenos ojos a la inmigración, y si se produce, entonces los recién llegados deben desprenderse de sus nombres y adoptar nuevos nombres islandeses. La única excepción: los hombres famosos de nombre reconocido, que sí que tenían permiso para nacionalizarse islandeses conservando sus nombres extranjeros originales.
El aire en Islandia parece recién desprecintado. Por eso, quizá, la esperanza de vida de los habitantes de Islandia es mayor que la de los habitantes de cualquier otra parte del mundo. Hay tan poca violencia que incluso los policías no necesitan llevar armas de fuego.Tampoco hay casi árboles en Islandia, ni bosques. Los hubo siglos atrás, pero fueron desforestados para la construcción de barcos y casas. Ahora el islote lo forman miles de toneladas de roca pelada. Aunque también es una tierra muy verde, y negra, y blanca, circundada de mar gris. Cuando en 1966 la NASA buscó un sitio parecido a la Luna para adiestrar a los astronautas del proyecto Apolo, terminaron por escoger Islandia.
Una tierra también desierta en lo concerniente a los perros. Pues en 1924 se había aprobado una ley que prohibía la tenencia de canes en la ciudad porque, según ciertos informes, éstos podían contagiar unos quistes peligrosos para la salud de los hombres. Hasta hacía bien poco (cuando fue derogada la ley), quien poseyera uno de estos animales de compañía podía ser multado con dos mil coronas o una semana de cárcel.
Las especialidades gastronómicas, tan sanas que permiten que los islandeses sean poco proclives a los accidentes coronarios, son el bacalao hervido regado con una salsa insípida, el tiburón podrido, el cráneo de cordero (enterrado y fermentado durante meses) y, como bebida, la cerveza, aquella cerveza que tiempo atrás fue prohibida y que ahora provoca que Islandia posea uno de los mayores índices de alcohólicos del mundo. Como dicen los islandeses para brindar: Skál fyrir Valhöll!, que puede traducirse como "Salud antes del Valhalla".
Existen otros planetas. Con extraterrestres. Y están aquí al lado.
Ediciones B
Colección Biblioteca Grandes Viajeros
Barcelona, 2002
259 páginas
Más información | Las kenningar e Islandia, el país más literario del mundo
CONSULTEN, OPINEN , ESCRIBAN LIBREMENTE
Saludos
Rodrigo González Fernández
Diplomado en RSE de la ONU
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