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| AGRICULTURA: SORPRENDE ESTUDIO DEL MINISTERIO | 
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| Estudio del Ministerio de Agricultura no prevé efectos ambientales significativos en Palena 
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| Informe del INIA indica que el agua y forraje de la zona no        fueron afectados por la ceniza del volcán Chaitén y que los suelos se        podrán recuperar. | 
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| Santiago,        ( 2 /6 /2008 ).- Conclusiones        como que los suelos afectados por las cenizas del volcán Chaitén podrían        ser recuperados, y que agua y forraje de la zona no sufrieron efectos        negativos, son algunas de las conclusiones preliminares arrojadas por el        informe acerca de los efectos de la erupción sobre los ecosistemas de la        Provincia de Palena, elaborado por el Ministerio de Agricultura, a través        del Instituto de Investigaciones Agropecuarias        (INIA). Así        lo dieron a conocer el Ministro (s) de Agricultura, Reinaldo Ruiz, y el        Director Nacional de INIA, Leopoldo Sánchez, quienes afirmaron que estos        resultados son fundamentales al momento de comenzar a planificar el        trabajo de recuperación de la actividad agropecuaria de la        zona. El        Ministro (s) Ruiz explicó que los datos corresponden a los muestreos        realizados entre el 7 y el 9 de mayo en la zona afectada por la erupción        del volcán Chaitén, que consideran, entre otros aspectos, volumen y        calidad de las cenizas, composición mineralógica y análisis de las aguas,        además del probable impacto sobre los suelos. Según        el estudio, la zona afectada alcanza a cerca de 650 mil hectáreas en        Chile, con diversas magnitudes de depósitos en forma directa, además de        amplias zonas de Argentina, que abarcan un total aproximado de 6 millones        de hectáreas totales, sólo como efecto de la pluma volcánica        predominante. También        la autoridad destacó que las cenizas caídas sobre suelos arables pueden        ser incorporadas mediante labores culturales, a fin de lograr la        recuperación rápida de los terrenos. Esto, sin embargo, sólo es posible en        los escasos suelos arables de la zona, mientras que la generalidad de        ellos son zonas escarpadas de más difícil o lenta recuperación. Según se        indicó, estas corresponden principalmente a material inerte, con baja        concentración de elementos nutritivos, más pobres que el suelo subyacente,        lo que no representa un aporte a corto plazo, por el contrario, tienden a        diluir la concentración de nutrientes del suelo al mezclarse con        éste. Sin        embargo, el estudio aclara que desde ahora actuarán los procesos naturales        y la velocidad de recuperación de los suelos dependerá de la magnitud del        depósito en cada caso. Al respecto, se puntualiza sobre la experiencia        realizada por el Centro Regional del INIA (Tamel-Aike), en la Región de        Aysén, con cenizas de la erupción del volcán Hudson, que indicaron que        hasta una altura de cinco centímetros la pradera natural tuvo        posibilidades ciertas de regeneración. Acerca        de la calidad de las aguas analizadas, los expertos obtuvieron tres        muestras de cursos naturales de aguas en movimiento, ríos y arroyos del        sector afectado por la erupción. El informe indica que las aguas poseen        una acidez cercana a neutra, con bajo nivel de sulfatos, de sólidos        disueltos, cloruros, flúor y arsénico. Ello permitió determinar que se        cumple con la norma de agua potable y de riego, para los parámetros        estudiados. El        análisis preliminar de forrajes obtenidos de muestras de pradera y quila,        indica que los niveles de flúor se encuentran en niveles similares a los        suelos de la zona y aunque se encuentren cubiertos de cenizas, se        descartan problemas de toxicidad. Se trabaja en aspectos del arsénico en        forrajes. Asimismo, el informe señala que en general, no se observan        potenciales riesgos ambientales de toxicidad por        flúor. El        estudio indica que el volcán Chaitén ha emitido un volumen significativo        de cenizas que afecta a extensas zonas de la provincia de Palena. Respecto        al tamaño de las partículas, las cenizas del volcán Chaitén son más finas        que las emitidas por la erupción del volcán Hudson en 1991, en Aysén, con        un predominio de partículas tipo limo y arcilla. Cada        centímetro de depósito significa en promedio unas 77 toneladas de material        volcánico por hectárea, cuya composición minerológica está dominada por        silicatos, asociados a otros minerales como calcio, sodio, aluminio, entre        otros. Respecto        de la magnitud de los depósitos de cenizas en los suelos, su mayor        acumulación se aprecia más cercana a la localidad e Futaleufú. Los valores        máximos medidos en un punto fueron de 8,5 centímetros. En la zona        circundante a Futaleufú, las alturas más frecuentes estaban en torno a 3-5        centímetros. En la zona más cercana al volcán, como Puerto Cárdenas, la        capa de cenizas es delgada, inferior a 2 milímetros. Desarrollo        del estudio A        juicio del director nacional del INIA, Leopoldo Sánchez, los antecedentes        expuestos permiten tener una perspectiva concreta respecto de la situación        de los principales rubros agrícolas de la región después de la erupción        del volcán Chaitén. "Los datos colectados, analizados y proyectados, en un        tiempo relativamente breve, demuestran la alta capacidad de respuesta de        un servicio del Ministerio de Agricultura, tal como ocurrió con la        erupción del volcán Hudson". Leopoldo        Sánchez precisó que la información que arrojó el informe sobre los efectos        en el agua, suelo y forraje contribuye a tomar decisiones adecuadas en        beneficio de los productores afectados. "El INIA ha asumido el compromiso        de contribuir con toda su capacidad técnica para ayudar a disminuir los        efectos de ésta emergencia", aseguró. El        directivo informó que el equipo de trabajo de expertos del INIA, estuvo        dirigido por el investigador y director del Centro Regional Tamel-Aike, en        Aysén, Christian Hepp, junto a personal del área Bioquímica, Ambiental y        el apoyo de los laboratorios de Análisis Ambientales y Suelos del        INIA. El        material fue analizado en laboratorios de Análisis Ambientales, del Centro        Regional del INIA (La Platina, en Santiago) y Tamel Aike (Coyhaique) y,        por el laboratorio de Cristalografía de la facultad de Ciencias Físicas y        Matemáticas, de la Universidad de Chile, para un estudio        mineralógico. El        INIA, la principal entidad de investigación agropecuaria de nuestro país,        ha realizado numerosos estudios sobre catástrofes naturales ocurridas en        Chile, como la evaluación de los efectos producidos por las erupciones del        volcán Llaima (enero 2008) y volcán Hudson (agosto        1991). El        Centro Regional Tamel Aike, posee una valiosa y reconocida trayectoria en        recuperación de suelos de la Patagonia, mejoramiento de recursos        forrajeros, desarrollo e innovación y recientemente en temas relacionados        con la acuicultura y las bioenergías, entre otras áreas de        investigación. Por        su parte, el Ministro (s) de Agricultura, Reinaldo Ruiz, aclaró que el        equipo de investigadores seguirá monitoreando algunas variables y        efectuando muestreos que permitan detectar posibles cambios en la        composición de cenizas. Asimismo,        la autoridad informó que el INIA, a través de su centro regional en Aysén,        desarrollará algunos experimentos que se extenderán en el tiempo, para        evaluar la dinámica de cenizas y los efectos de sus diferentes alturas en        la recuperación de praderas. | 
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Rodrigo González Fernández
Diplomado en RSE de la ONU
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